viernes, 18 de marzo de 2011

LOS VIEJECITOS Y LAS BICIS

Es sabido que algo característico de los viejos es que nunca deja de crecerles la nariz y las orejas. No sé si lo habréis notado, pero hay un tercer factor, si bien no tan conocido, igual de común a todos ellos: el odio injustificado por las bicicletas.

Os presento a los viejecitos más redundantes de mis salidas en bici, puros prototipos de este espécimen social:

  •  Antonia con 67 años, mujer de barrio, íntima amiga de la panadera, la pescadera, y la modista, todas ellas comerciantes ubicadas a 200m de su casa.
  •  Paco, su marido, con sus recién cumplidos 72, aparte de los paseos que se hace por el pasillo de su casa (el médico le obliga a moverse,…) le gusta irse de excursión al merendero que conoce por la montaña, y darse allá el merecido festín para reponer fuerzas.
  •  Jose y Encarni, amigos de Antonia y Paco, tienen 74 y 70 respectivamente, y llevan más de 50 años casados. Están fuertes como robles, y curtidos por las guerras vividas, (o más que por las guerras, por los 50 años de matrimonio).

¿Se te ocurre mejor planazo para doña Antonia que ir a la panadería y dejar verde al pobre ciclista que se acaba de cruzar con ella, cometiendo la grave infracción de rozar el borde exterior del carril bici?


¡O mejor todavía! ¿Montar un picnic en el merendero, con su Paco, su Don Simon, y sus Morcillas, maldiciendo a cada grupo de ciclistas que simplemente pasan por la zona?

Ya no os cuento si pueden quedar con sus amigos Jose y Encarni, para rellenar enormes garrafas en las pocas fuentes de Collserola, y resarcirse de placer cada vez que hacen esperar a algún ciclista sediento que necesita rellenar su bidón de 500ml en la fuente.

Parecen pura inocencia...
pero ya me están sonando las orejas! 

Para mí éstos son fijos. Inviable concebir ninguna salida sin toparme con alguno de ellos… 

Os adelanto, por si los veis sueltos por la montaña, que son sólo “perros ladradores” un poco orejudos y narizudos. No tenéis porqué asustaros, no son agresivos. 

Podéis incluso saludarles… ¡y darles recuerdos de mi parte! 

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